12/2/07
Cuídala
… Y le das un beso en la frente mientras molesta se duerme y comienza a arrepentirse en sus sueños. Los gritos, las contestaciones y la actitud devastadora que a ambas hizo llorar, las recuerda entre imágenes poco coherentes. Su mirada de un lado a otro con los ojos cerrados y las gotas que salen de entre sus cejas son testigo de la fiebre. Cada palabra del día es recordada entre cobijas y almohadas. Todos los movimientos que los diez dedos de sus manos hicieron más temprano chocan con cualquier imagen televisiva o surreal que tiene peso sólo en el inconsciente. Le cambias el paño que pusiste en su frente y comienzas a atornillarlo sobre un recipiente más púrpura que sus labios. Suena un río de espíritus que se dejan caer en forma de agua, como siendo robados de sus sueños. Y ya no distingues si es tu madre o tu hija la que yace moribunda a tu lado. El latido en tus oídos no deja que distingas … pero es igual. Ambas son niñas ineducables que hacen que tu vida exista. Pones de nuevo el paño, sabiendo que lo único que haces es limpiar su frente para que los que vengan a visitarla no la encuentren llena de moscas y sucia por el tiempo que allí lleva esperando el paraíso que paradójicamente nos prometen en el cielo haciéndolo más difícil de alcanzar cuando nos ocultan bajo tierra.
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