14/8/19

Me pierdes


Ocúltate en tus vicios mientras me pierdes en vida sin derecho a saberlo
Y sin tratar de ocultarlo un suspiro se suspende entre mi estómago y mi pecho
Con el temor de muy pronto buscar una salida de emergencia y ya allí no habrá remedio, no habrá reversa ni reserva que permita retractarse. 
Al final, si tu lo quieres, habrá una puerta de hale y empuje que permanecerá cerrada, una alternativa agotada y otra historia que cicatrizará mientras buscamos el remedio. 


15/3/19

Nuestro viaje

El viaje empieza cuando salimos,
cuando partimos,
cuando lo decidimos,
cuando buscamos y encontramos.
Mi viaje empieza cuando te encontré.
Mi viaje empieza con vos.
El camino y sus montañas en laberinto
que hemos alcanzado hasta su cima
y descolgado a rapel.
Porque el amor es a rapel
con vértigo y sin mapa.
El viaje empieza cuando me besas,
con el calor de tus brazos,
con el olor de tu cuello.
Mi viaje sos vos conmigo,
mi camino sos vos,
el camino es tu voz,
sin llegada,
ni meta, ni objetivo.
Solo el camino.

La Oculta


Dejémoslo oculto
Que nadie lo sepa
Porque así es más fácil
Lo olvidó pronto 
Dejémoslo oculto 

digamos lo contrario 
que no nos juzguen 
que no nos miren
Dejémoslo oculto
Porque está enferma

Dejemoslo oculto
Porque es de la cabeza
no se ve bien,
es religiosa,
es antioqueña

Dejémoslo oculto
Por qué aquella
O está otra
Dejémoslo oculto

Pilas 
Aguas
Cuidado
Ojo
Que no se entere nadie
Dejémoslo oculto

Y que así permanezca
Oculta hasta su muerte
Y le hacemos un velorio
Cómo dios manda

29/7/09

Montecristo

Mientras el abuelo preparaba el juego en el balcón, la abuela se metía a la cocina y apagaba el fogón de la olla del almuerzo. Un mantel forrado en plástico vestía la mesa, y la camándula con que ellos rezan pendía al lado de la virgen. El abuelo saludaba al frente con gritos que cruzan calles y repartía las cartas forradas en plástico para tres jugadores. La abuela a prisa leía su juego, y el abuelo prendía el radio buscando la emisora donde hablaba Guillermo, ese Zuluaga de Satuario o Buenos Aires que les contaba chistes todas las tardes y que hizo parte del juego por 50 años más o menos. A veces repartían para más, para Montoño, Montecristina y los demás, y pasaban horas acusando en bastos , oros, espadas y copas oyendo todas las cosas locas que este amigo les contaba. Algunas veces almorzaban más temprano para ir al teatro América, pero casi siempre era él quien iba a casa. A la 1:30 muy puntual empezaba cada vez con un chiste nuevo, con personajes diferentes que representaban íconos de un pueblo, un pueblo antioqueño hijo de su humor. Ganar o perder no importaba, la revancha era mañana, lo importante era la compañía de los “Monte”, aunque la abuela quería que Guillermo se sentará en su mesa pero él hubiera comido poco pues en cada hogar le habrían ofrecido sancocho, fríjoles, sudao o frito, porque su casa fue cada rincón de Medellín, cada balcón de mi ciudad.

3/1/09

SOMOS

Soy feliz tristeza y agonía
que humedece tu rostro en melancolía
y un llanto en silencio
que aprieta el corazón
sollozando y amando
en el mismo latido.

Miedo a ser, eso es,
o será con la vida del nuevo ser.
O miedo a no ser lo que se espera ser
mientras se es junto a otro ser.

Eres miedo, soy feliz tristeza,
somos dos seremos tres.

30/12/08

RIMA marcial

En un bosque no muy lejano
en la tierra de "Allínomás"
vivía un grupo de pelaítos
cuatro marranos y Don Tomás

Cuando salía cada mañana
el sol alegre con su deidad
decía uno de los chiquitos
que viva el campo y la libertad

Luego unos hombres un poco raros
uniformados con la maldad
con armas grandes y mal hablados
nos condenaron en soledad

Los marranitos se los comieron
como una ofrenda a Satanás
a los pelaos los maltrataron
y acribillaron a Don Tomás.

3/6/08

EN MEDELLíN HUBO UN BOSQUE

En Medellín hubo un bosque. Sí, un bosque como el de cuentos con muchas caperucitas y lobos feroces persiguiéndolas. Cuentos rosas, negros y verdes, muy verdes. Con historias de amores y desamores, amistades y traiciones, con historia de nuestra sangre paisa pícara y pujante, que sin saberlo destruye todo para luego arrepentirse. En Medellín hubo un bosque que fue el parque público más importante de la ciudad en la época donde había poco que hacer, la época donde la cultura era para todos pero no todos eran cultos. En Medellín hubo un bosque como de cuento y les voy a contar por qué. Los baños El Edén, que conformaban lagos y pantanos, árboles y animales silvestres, y estaban ubicados al norte de una ciudad que no había tomado forma por ese lado y que apenas tenía centro, fueron cambiando su razón natural de ser por la de servir de parque recreativo a los seres humanos. Fue entonces cuando se le conoció al terreno como El Bosque de la Independencia empezando el siglo XX. Con la estación del ferrocarril a pocos pasos del lugar y las maravillosas atracciones como paseos a caballo, barquitas, deslizaderos y demás, las familias se aglomeraban en el tren buscando llegar primero para tener el mejor sitio en su día de campo. En esa época los barrios del norte como Moravia, El Bosque, Miranda y otros, eran apenas fincas con ganado, caballos y sembrados de frutas y verduras. Los habitantes del sector eran pocos y su única diversión estaba en el parque. Los jóvenes pícaros se sentaban a ver pasar a las hermosas jovencitas que acompañaban a su familia en el día de fiambre. En el bosque se unían las hoy mal llamadas “pelimoradas” con la servidumbre, el patrón con el obrero; era un espacio donde cabían todos. La naturaleza hacía que la ciudad de apellidos se uniera con la de nombres, la de mansiones con la de ranchos, que no se distinguieran palcos y gallineros, y al contrario del cine, el pobre veía los árboles al derecho, no como le tocaba en el Circo España dónde se ubicaba detrás del telón de proyección. En el 68 la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín decide en compañía de ciudadanas comprometidas con la ciencia, señoras encantadas por las maticas, hacer de este parque un Jardín Botánico. En él vivió doña Arnolda, la esposa del jefe de jardineros de la época, quien cuenta que “era muy bueno vivir ahí porque era como vivir en una finca en el centro de la ciudad”, pues claro la carrera Carabobo, renovada en estos días, venía desde el mismo centro en línea recta y conectaba la zona con el comercio y la administración municipal y gubernamental. En el jardín se habían creado varios sitios de diversión para los visitantes y empleados. Había un bar y un restaurante donde les celebraban fiestas a los que mantenían el jardín presentable para que los pocos que conservaban la tradición del día de campo siguieran viéndolo como un bosque. Habían casitas no solo de trabajadores, sino de instituciones científicas y ecológicas que hacían sus primeras sedes, como la Sociedad de Ornitología de Antioquia. En este jardín también se conservaba la casa grande llamada Salón Restrepo, donde se celebraban matrimonios y primeras comuniones, además de las cientos de quinceañeras que tenían el jardín entero como estudio fotográfico. Ya en esta época nacían los barrios alguna vez invasores, en los que encima del antiguo basurero de la ciudad se construían casitas y se hacinaban en cuadras inventadas. No sólo los pobres ciudadanos que se rebuscan la vida sino también las víctimas de la violencia en pueblos vecinos, que desplazados forzosamente se refugiaban en estos sitios poco dignos para un ser humano, empezaron a habitar este sector y crearon espacios nuevos para la ciudad que más que desarrollo han sido de crecimiento en el mapa, en esa mancha de cemento que se ve desde las montañas. Mientras el tiempo pasaba los visitantes eran menos y el sitio se deterioraba no sólo en sus edificaciones sino en su administración dónde la poca astucia e inteligencia de alcaldías y entes gubernamentales, dejaron que quebrara y propusieron construir viviendas en uno de los pocos sitios con historia de la ciudad. Levantar edificios en esta zona no es sólo un delito para la ecología, es un delito para la inteligencia de los ciudadanos que a pesar de no manifestar ninguna inconformidad y no dar públicamente sus opiniones, necesitan este espacio no sólo por el pulmón que es, sino porque la destrucción de la historia en el pasado nos impide recordar como fue algún día la villa, la pequeña villa de la que sólo conservamos nuestra forma de ser provinciana. La obra que daba inicio al nuevo amoblamiento del norte de Medellín, empezó por destruir las casitas que llenas de historia se regaban entre los árboles, pero que por motivos de desarrollo debían morir (aunque ya lo habían hecho en el olvido de la gente). Una estructura de arquitectura ceremonial y de material artificial se alzaba entre el bosque y ponía una colmena en el plano aéreo de la ciudad, nacía un nuevo centro de espectáculos, un sitio más donde empresarios puedan intentar poner, sin las características especiales de un lugar para tal fin, a bandas, grupos, orquestas y artistas que ensordecen la calma de un oso perezoso, ardillas, pájaros e iguanas que habitan el antiguo bosque. Pero tienen excusa pues en Medellín no existen más sitios donde hacerlo, o por lo menos los que se utilizan tampoco tienen adecuaciones indicadas para esto. El Orquídeorama además de su exposición continua de las mejores especies florales de nuestra Antioquia, ha sido el espacio ideal para la música y la cultura. Otro nuevo edificio de poca densidad se construía al sur del jardín, el Edificio Científico. Este edificio de grandes cristales y colores que camuflan su espesor entre los árboles sería o será el centro de investigación más importante de botánica en la ciudad. Rodeado por un -por estos días muy de moda- espejo de agua que con color de piscina pública brilla con el sol de medio día, contendrá biblioteca, herbario, oficinas y laboratorios que esperemos sea de uso de niños y jóvenes, y no se queden en los antiguos empolvados que clasifican y archivan. Al lado opuesto de este edificio un restaurante estrato cien, con huerta en sus afueras y platos que alcanzan los treinta centímetros de altura entre hierbas y ornamentos incomibles colisiona de frente con el encuentro ciudadano. Un sitio que divide el jardín entre el fiambre y la carta, y que con sus precios es impensable hasta para los recién casados que aún conservan la tradición de la fotografía entre las flores, de excelente atención y sabor inigualable que no daría doña Adriana de Moravia ni teniendo la mejor sazón. Ella dice que a los habitantes circundantes del jardín, les preocupa lo que pueda pasar con los impuestos, pues no sólo es observar lo bonito que quedó el sector, sino lo que cuesta para la comunidad el tener este espacio cerca. Los muros que cubrían el jardín a su alrededor fueron demolidos, y como el de Berlín significó la reconciliación del pueblo, pero en este caso con la naturaleza. Fueron reemplazados por rejas que dejan ver de afuera lo que pasa adentro, mala noticia para las chicas que de falda corta iban con sus novios a amarse entre la hierba y que sólo las observaban las hormigas que esperando un descuido se filtraban entre calzones para recordar el momento de placer. En el exterior, en el nuevo Carabobo, dispusieron bancas ubicadas en u que invitan a conversar y donde se sientan transeúntes a mirar por horas la naturaleza sin saber que la entrada es gratuita. Este nuevo Jardín Botánico, con más cara de parque, pretende ser de nuevo ese bosque que reunía toda las clases sociales, el parque más importante de la ciudad y el referente para generaciones que pasen por sus árboles y dejen grabado en su memoria que en Medellín hubo un bosque.